Un gángster americano retirado y afincado en Portugal recibe un último encargo: trasladar a un delincuente fugado de prisión y a su novia, perseguidos por una banda rival, a través de España hasta la frontera con Francia. Sin embargo, los planes no salen tal y como estaban previstos.

La historia del cine está salpicada de grandes películas, en la que, no obstante, se libraron espectaculares batallas durante su rodaje. El thriller Fuga sin fin fue uno de ellos. Y su protagonista fue el mismo que encabezaba los títulos de crédito, el polémico actor George C. Scott, que llegó a Málaga en plena tormenta tras negarse a recoger el Oscar por la cinta bélica Patton. Scott debía ponerse a las órdenes de John Huston, pero el actor pensó que debía ser al revés y que el director se pusiera a las suyas. La fuerte personalidad de ambos chocaron frontalmente y provocaron que Huston, ya en la recta final de su carrera, decidiera que no le valía la pena librar aquella batalla, por lo que abandonó el rodaje y tuvo que ser sustituido de urgencia por el artesano Richard Fleischer. Antes de su abandono, el mítico cineasta de La Reina de África (1951) tuvo tiempo de rodar algunas escenas en la plaza del Obispo de Málaga, concretamente en el ya desaparecido hotel Cataluña que se encontraba en la esquina de la plaza con la calle Salinas. El periódico local SUR tuvo oportunidad de hablar con Huston antes de su abandono y comentó que le gustaba esta plaza porque era “recogida, sugerente y romántica”. Pese a rodar varias semanas, el propio Huston renegó de la película y su nombre ni aparece como codirector de esta interesante película en la que George C. Scott volvía a dar otra lección de interpretación. Otra cosa es que fuera de cámara, el actor tuviera un carácter difícil.