Tras rodar El Tigre se perfuma con dinamita, el actor Roger Hanin, el 007 francés por excelencia, volvió a la Costa del Sol con otro personaje de agente secreto, Layton. Coproducción franco-italo-española, la cinta se apuntaba a la moda del cine de espías con especial protagonismo femenino ante la fama creciente de las chicas Bond. La italiana Sylva Koscina, la francesa Catherine Allégret, la belga Dominique Wilms y la española Laura Valenzuela formaban los cuatro reinas que ponen en aprietos al espía Layton, al que perseguían y disparaban hasta el mismísimo Parador de Gibralfaro de Málaga. Un hotel encaramado en la colina que domina Málaga y con unas vistas únicas de la capital. La terraza de este establecimiento es un buen lugar para degustar un café y de camino visitar el Castillo de Gibralfaro, escenario también de películas. Las crónicas de la prensa explicaban que el presupuesto de esta licencia para espiar ascendía a 38 millones de pesetas de la época, que hoy son apenas 228.000 euros, aunque entonces supuso una holgada financiación.