Esta película no solo recuperaba un personaje tradicional de las calles de Málaga de comienzos de siglo, El Piyayo, sino también algunos escenarios hoy desaparecidos como La Coracha, un conjunto de casas típicas que escalaban la loma de la montaña hasta la Alcazaba árabe. Desafortunadamente, aquel singular espacio arquitectónico ha desaparecido y, en su lugar, hoy encontramos solo unas pocas viviendas y el Museo del Patrimonio Municipal de Málaga. A los pies de la Subida a la Coracha, se subía a un árbol el protagonista para contar sus historias y cantar sus coplas para deleite de los malagueños que se arremolinaban a su alrededor. La película proponía un drama con toques de comedia y musical, que narraba la historia del cantaor gitano El Piyayo, que combatía con su bondad y canciones la miseria de la época. El filme supuso además el trabajo póstumo de su protagonista, el singular actor Valeriano León, al que acompañaba en algunas de las escenas la estrella del momento, el cantaor malagueño Antonio Molina.