Este cortometraje en plano secuencia nos acerca a las tradiciones, los tronos en Semana Santa que recorren las avenidas malagueñas como un bonito recuerdo, un espejismo de nuestros sentimientos y acciones. La estrechez de una calle se mezcla con una mirada tierna esperando complicidad, la dificultad que encierra mostrarse tal y como uno es. Dos mundos que se cruzan por la casualidad del destino, un salto al vacío sin certezas que encierra mi yo más profundo. La Calle San Agustín está abarrotada y yo, sin quitar la mirada un segundo de tus pasos, solo puedo vivir en mis pensamientos.