Lee Remick, protagonista de El precio de la muerte (1963), regresó a Málaga unos años después para rodar esta controvertida historia, ‘Antes amar, despues matar’ (Hard Contract). James Coburn era en esta ocasión su pareja de baile al encarnar a un asesino a sueldo que entra en conflicto cuando conoce a una turista norteamericana que se hace pasar por protituta. En aquel paraiso de millonarios lúdicos y de alegres bon vivant que mostraba la película, el duro James Coburn redimía su pasado con paseos por el parque en coche de caballo, vueltas a la plaza del Obispo y diálogos en el Postigo de los Abades. En el concesionario de coches -hoy es un restaurante-, la pareja se dejaba de tanto carruaje y optaba por adquirir un coche último modelo: un flamente seiscientos en el que, francamente, James Coburn tenía problemas para encajar sus largas piernas. Eso sí, el pequeño utilitario era de un naranja chillón y con lazo incluido. Suficiente para no pasar desapercibido.